Leonor Portela

1935 – 2015

En 1976 cuando Leonor Portela llego a la ciudad de Guatemala, ella se sorprendió por la cantidad de niños hambrientos y asustados en los alrededores del aeropuerto. Ella estaba allí como parte de un esfuerzo de ayuda y a su llegada se enteró  que el terremoto había dejado más 20 mil muertos y más de 100 mil sin hogar. La escena, como ella la describió, era tan abrumadora  que la hacía llorar. Ella dijo, "en ese momento que sentí que alguien puso su mano sobre mi hombro y dijo,"perteneces aquí." La sensación era tan fuerte,  que ella se dio la vuelta para ver quién era. Ese fue el momento que sintió el llamado de Dios.


Regresó a Miami con un objetivo en mente, el de volver a Guatemala. Le tomo diez años mientras su hijo estaba en la escuela, vendió   todo lo que tenía y con  $2700 que su grupo de oración le ayudó a reunir, ella tomo un  avión a Guatemala. "Compré un periódico y busqué el lugar más barato para alquilar, llamé y luego tomé un taxi para ir a alquilar el lugar. Ella continuó, "al día siguiente me fui a las oficinas del gobierno y les dije que estaba empezando un hogar para huérfanos y niños abandonados. Al principio todos se rieron pero seguí  insistiendo, dijo el hombre encargado, "señora usted está loca, pero si eso es lo que usted quiere firme los papeles y puede empezar con estos seis niños”. Ese fue el comienzo de Misioneros Del Camino

A medida que crecía el número de hijos, se trasladó a una casa más grande en ciudad de Guatemala. Años más tarde, llegó a un acuerdo con el gobierno de Guatemala para ocupar un sitio abandonado de diez acres en las montañas a unos cuarenta y cinco minutos en vehículo  de la capital. Después de años de repar los edificios abandonados y preparar el sitio junto con los niños, se mudó a su nuevo hogar cerca de la localidad de Sumpango.




EL LEGADO DE LEONOR

Leonor siempre tuvo un sueño;  construir una sala cuna para los bebés, separar los dormitorios de los niños y niñas  adolescentes, una capilla, una escuela de educación primaria y así sucesivamente, todo esto mientras ella dormía en un sofá de su pequeña oficina. “Yo oraba y oraba, y de algún modo el Señor ponía  a las personas indicadas en mi camino para ayudarme a lograr alcanzar todos y cada uno de los sueños”.  Cada vez que el dinero hacía falta, yo tenía una conversación seria con Dios, "me trajiste  aquí y no puedo continuar sin tu ayuda. Milagrosamente, las donaciones aparecían”.

Leonor siempre fue consciente de la necesidad de construir la sostenibilidad en sus planes de largo plazo.  Ella tenía la previsión para desarrollar un plan de sucesión para Misioneros Del Camino. En caso de que alguien no estuviera disponible, se aseguraba de tener varias personas suplementarias  entrenadas en todo y listos para apoyar y hacerse cargo de lo que había que hacer.

Hoy  Misioneros del Camino  tiene tres pilares principales; el Hogar, la clínica y la escuela. Cada unidad tiene una persona seleccionada y entrenada por Leonor quien es responsable de las operaciones diarias. La supervisión general y la decisión final recae sobre José, hijo de Leonor. Él, como la Junta de Misioneros, fue elegido por ella para que Misioneros Del Camino siguiera en pie.

Fiel a su estilo, Leonor siempre tenía un plan. Desde su primer sueño de tener una casa, planeo, oró y construyo todas las facetas de lo que es hoy en día Misioneros Del Camino. Ella quería asegurarse  que el hogar y los niños estuvieran cuidados en el futuro.  

En cuanto a ella, lo único que quería era ser recordada como "Mami Leo," la mujer que rescató y transformo la vida de tantos niños con su legado de amor incondicional.